Jardines Verticales

Si el suelo es sólo un soporte mecánico para las plantas, no es imprescindible para que ellas crezcan y se desarrollen. Ésta parece ser la reflexión inicial del francés Patrick Blanc, pionero en la creación de muros vegetales. Es decir, el agua y los tantos minerales en ella son los elementos esenciales para las plantas, además de la luz y el CO2 del aire, que permiten que se lleve a cabo la fotosíntesis. No hace falta más que observar los ambientes naturales para descubrir varias especies que crecen en superficies verticales, como rocas o troncos de árboles.
La selección de las plantas estará condicionada por las exigencias climáticas del lugar, e incluso puede realizarse un jardín vertical en espacios interiores, con la precaución de proveer la luz artificial necesaria. El riego y las fertilizaciones, en todos los casos, se realizarán mediante un sistema automatizado.







Sus beneficios: actúa como sistema de aislación térmica y sonora, purifica el aire y permite que la naturaleza esté presente en medio de la ciudad, donde la falta de tierra se presentaba como el mayor obstáculo. En otros lugares del mundo, e incluso en nuestro país, esta tendencia va encontrando sus adeptos.

Es una excelente solución estética para resolver problemas de vistas y para incorporar el verde en sectores reducidos o sin nada de tierra. Un sustrato especial y una estructura de soporte permiten construir este tipo de jardines en altura.


Pero, ¿qué son estos jardines? Paredes de cultivo que aprovechan al máximo el espacio, aportándole una gran cuota de verde a nuestras grises ciudades. En muchos casos son jardines hidropónicos, ya que las plantas reciben los nutrientes a través de sales agregadas al agua de riego. A veces se incorporan bacterias que ayudan a las plantas a metabolizar impurezas o periódicas dosis de químicos para controlar plagas y hongos. Se sostienen por medio de estructuras metálicas o de madera y paredes de fibra de vidrio que en el medio contienen algún tipo de sustrato (como fibra de coco o lana de roca) para que las plantas tengan dónde enraizar. Los muros se ubican estratégicamente a unos centímetros de las paredes, así éstas no se humedecen y las especies puedan respirar. Algunas estructuras, incluso, incorporan sistemas de circulación de aire.



Todo tipo de plantas puede vivir alegremente de esta forma, convirtiendo al concreto en estructuras vivas, que mutan mes a mes. Las especies deben elegirse según el clima del lugar. "En Buenos Aires, por ejemplo, las que más se usan para jardines verticales de interior son helechos, philodendron cingulum, bromelias, spathiphyllum, costillas de Adán, begonias y dracenas. Para exterior, suculentas, crasas, kalanchoes, echeverrías, durantas, cañas enanas, geranios y malvones", cuenta Julian Poggio, socio fundador de GWall (http://www.gwall.com.ar), empresa especializada en la construcción de este tipo de muros. Por su parte, el ingeniero agrónomo Eduardo Barak (http://www.jardin-vertical.com.ar/es) opina: "En realidad, la idea es que el jardín vertical esté siempre cubierto. Por eso lo más habitual es que se usen rastreras, trepadoras, plantas bien frondosas."



Al instalar muros verticales, sean de interior o exterior, se debe tener siempre la mirada puesta en el largo plazo. Por su compleja ubicación y por la extensión del lugar donde son colocados, las plantas no deberían volver a ser intervenidas; razón de más para que sean longevas y toleren medianamente bien las condiciones adversas. Los muros deben ser "autónomos". Esto no significa que no reciban cuidados periódicamente, aunque los mismos sean muchísimo más espaciados que los que recibiría una planta cultivada horizontalmente de acuerdo a un método tradicional. En el caso particular de GWall, ellos hacen mantenimiento una vez al mes, para ver los niveles de fertilizante y realizar podas y reposiciones.



¿Otras variantes? Los jardines verticales de trepadoras, que crecen a través de estructuras colocadas alrededor de los edificios. O los jardines verticales con sistemas de plug in, que no son otra cosa que la ubicación de macetas sobre estructuras elevadas. Su mayor ventaja es que si una planta muere, se la reemplaza fácilmente. Pero, como llevan un sustrato convencional, por ejemplo compost, resultan muy pesados y peligrosos para ser instalados a grandes alturas.


¿Y si los hacemos en casa?

Sin incurrir en sistemas que requieran un mayor grado de tecnicismo, cualquier persona puede hacer un jardín vertical, siempre y cuando, como bien lo indica el término, se cultive hacia arriba. Más allá de colgar macetas una sobre la otra en paredes o enrejados, existen cientos de opciones, muchas de las cuales incluyen el reciclaje de elementos cotidianos. Lo mejor es usar herbáceas, como algunas especias para la cocina, que no lignifican ni alcanzan un gran porte: salvia, orégano, menta peperina, albahaca y ciboulette. El sustrato debe ser liviano para no sobrecargar la estructura, por lo que una buena mezcla de compost con perlita (para airear la tierra y sacarle peso) debería bastar. Algunas opciones:



  • Lo más fácil y práctico es conseguir las estructuras colgantes especiales que se venden en la mayoría de los viveros. Muchas están hechas de PVC reciclado y consisten en contenedores medianos o pequeños, con aberturas laterales por donde sale la planta.

  • Reciclar los típicos organizadores para el baño que se cuelgan de las paredes para tener a mano el champú. Dentro pueden colocarse macetas pequeñas de plástico, o incluso potes reciclados de yogures o quesos crema pintados a mano (siempre con perforaciones para que drene el exceso de agua). Quedan muy bien.

  • Una opción divertida: reciclar zapateras y organizadores colgantes para el placard. Se llenan con sustrato y funcionan como una suerte de bolsillos desde donde asoman las plantas. Si no son de tela y no permiten que el agua filtre, está bueno hacerles algún tipo de agujerito, con cuidado de no romperlos.


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